SITIOS FRANCISCANOS (accesibles exclusivamente con miniván).
Excursiones individuales y en grupo.
Ermita de las Cárc eles
San Francisco y sus primeros compañeros se retiraban a menudo en sitios apartados en las montañas para rezar y meditar sobre las Sagradas Escrituras. La Ermita de las Cárceles es uno de estos lugares, situada a 800 metros de altura en el corazón del Monte Subasio. En la época de San Francisco allí no existía el pequeño convento que vemos hoy, construido entre el siglo XIV y el siglo XV; entonces existían sólo el bosque y algunas grutas donde los frailes se retiraban por la noche. Ellos vivían en esta ermita según una regla inventada por Francisco llamada “de Marta y María”: inspirándose en el conocido episodio evangélico (Lucas 10,38), los frailes se dividían en dos grupos, un grupo representaba el papel de “Marta” y se encargaba de la comida y de otras necesidades, el otro era “María”, y pasaba todo el día en oración. Al día siguiente los papeles se invertían.
En el interior de las pequeñas construcciones medievales que constituyen el convento, se visita la gruta de San Francisco, mientras que, recorriendo los senderos del bosque, se pueden visitar las de sus otros compañeros; especialmente la gruta de fray León que está muy cerca del convento y es fácilmente accesible.
Sumida en el silencio del gran bosque de encinas y abetos centenarios que la rodean, la Ermita de las Cárceles es seguramente una de las metas más sugestivas de Asís.
San Damián
“Mientras paseaba cerca de la iglesia de San Damián, escuchó una voz que espiritualmente le dijo que entrara para rezar. Después de haber entrado, empezó a orar devotamente al Señor delante de una imagen del Crucifijo, el cual benignamente le habló diciendo: “Francisco, ¿ no ves que mi casa se está cayendo? Ve y repárala por mí.” (Leyenda de los Tres Compañeros, capítulo quinto).
La pequeña iglesia de San Damián, situada en medio de olivares en una posición abrupta fuera de Asís, fue el lugar donde Francisco recibió su vocación alrededor del año 1206: después de este episodio Francisco abandonó la casa paterna para dedicarse completamente a la vida religiosa.
Algunos años más tarde, la iglesia de San Damián se convirtió en el primer monasterio de Santa Clara y de sus compañeras, que aquí dieron vida a la primera experiencia femenina franciscana: las monjas “damianitas”, que después de la muerte de la fundadora se llamarán Clarisas.
Y fue aquí en San Damián que ya muy enfermo, San Francisco compuso en 1225, un año antes de su muerte, el Cántico de la Criaturas, que podemos considerar la primera poesía de la lengua italiana. Por lo tanto, al visitar San Damián, se entra en contacto no sólo con el origen del movimiento franciscano, sino también con el ambiente donde la literatura italiana dio sus primeros pasos.